19/12/2024
¿Vamo’ arriba, bo?


El 27 de octubre Uruguay vota a su presidente y representantes en la Asamblea General. Muchas veces se habla de Uruguay como un oasis institucional o como un emblema de la estabilidad política en la región, ¿esto es realmente así?, ¿Cuáles son las incógnitas que rodean la elección uruguaya? ¿Por qué no se presenta Lacalle Pou? Claves para entender la elección que se viene.
La Coalición en su laberinto.
En el año 2019, Luis, el hijo del expresidente Luis Alberto Lacalle de Herrera y la senadora nacional Julia Pou se convertiría en presidente de la república, cortando así - en su segundo intento- una hegemonía de 15 años del Frente Amplio a la cabeza del poder ejecutivo del Uruguay. Esto fue posible gracias a una anomalía en la historia de la república Oriental, la unión de cara al balotaje de su partido, el partido nacional, con su enemigo histórico, el partido colorado, suceso cuyo único antecedente puede rastrearse en las elecciones de 1999, donde Jorge A. Batlle (colorado) se alió con Luis Lacalle en pos de derrotar a Tabaré Vázquez. Lo que diferencia esa unión circunstancial con la que se dio en el 2019 fue la institucionalización de esta, la comunión entre el Partido nacional, el partido colorado, cabildo abierto (la primera experiencia de ultraderecha con éxito electoral en Uruguay) y el Partido independiente (principalmente su líder, Pablo Mieres) se pasaría a llamar la “Coalición Multicolor”, dando pie al primer gobierno estrictamente de coalición en la historia uruguaya.
Lacalle Pou fue la respuesta de la sociedad uruguaya a un modelo que, a pesar de sus pronunciados logros en materia económica y social, se encontraba en un callejón sin salida construido a partir del estancamiento del modelo, una inseguridad creciente que sigue aquejando al país, y la imposibilidad de responder a la necesidad de renovación dirigencial que se hacía cada vez más fuerte.
El cambio que se asomaba en el país vecino, resulta un cambio difícil de esquematizar, principalmente por el momento particular dentro de la oleada (o contra oleada) de gobiernos conservadores en el continente, siendo el que más tarde llegó (con un Bolsonaro ya gobernando, Macri en retirada y el estallido social en Chile como suceso cercano de relevancia regional), y sobre todo, siendo la experiencia de la centro-derecha más exitosa en términos de imposición de agenda, resultados económicos y niveles de aprobación. Pero, el oasis institucional del continente no perdona, el presidente en ejercicio no puede ser reelecto sin dejar pasar un mandato, es en este marco, en el que la coalición, particularmente su socio mayoritario, el partido nacional, enfrenta un desafío en el que se juega su futuro, la elección de un sucesor competitivo.
Es fundamental comprender como ha sido la experiencia del gobierno de la coalición para comprender los ejes sobre los cuales los candidatos estructuraron sus campañas (lo cual veremos más adelante) y a priori, uno podría destacar dos procesos que se han producido estos últimos 5 años y que han marcado el ritmo de la política nacional. El primero fue lo que rodeó a la LUC (Ley de Urgente Consideración), ¿de qué se trataba este proyecto?, bueno, pecando de Argentino-céntricos, se trata de lo que en este momento de la historia llamaríamos una “Ley ómnibus” la cual pretendía una reforma integral del estado en temas de educación, seguridad, vivienda, economía y administración pública en tiempo récord, valiéndose para apresurar su tratamiento parlamentario (del cual se conocía su aprobación debido a que el actual presidente asumió con un bloque de 56 representantes sobre 99) e implementación, del artículo 168 de la constitución Uruguaya que permite que el poder ejecutivo remita proyectos de ley catalogados como “de urgente consideración” los cuales deben ser tratados en un plazo de 45 días por la cámara baja y 30 por la cámara alta, y en caso de no ser desechados votación mediante durante ese plazo, se lo considera aprobado tal y como provino del poder ejecutivo. Este suceso se llevó todos los focos desde el inicio de la gestión actual hasta el referéndum impulsado en marzo de 2022 por el frente amplio y la central sindical PIT-CNT con el fin de derogar 135 artículos, con el argumento inicial de que las reformas impulsadas a través de esta ley no tenían carácter “de urgente consideración” y la mayoría de sus artículos solo tenían el objetivo de producir un debilitamiento del Estado en diversas áreas (poniendo el foco en la educación, seguridad y empresas públicas). El referéndum terminaría resultando en una victoria del “NO” a la derogación por el 51,33% de los votos, y el gobierno de la coalición se vería relativamente fortalecido

Papeletas del referéndum por la derogación de 135 artículos de la LUC
El segundo proceso para destacar es la serie de políticas en torno a la seguridad que ha adoptado el gobierno uruguayo estos últimos 5 años, ¿Por qué esto es importante? porque la actual no es la primera sino la segunda campaña electoral (de tipo presidencial) en el cual la seguridad está en el foco. Según un estudio de la consultora Factum, el 53% de los uruguayos identifica a la seguridad pública como su mayor preocupación, no es para menos, ya que, con una tasa de homicidios alrededor de los 11,19 cada 100.000 habitantes, teniendo en cuenta que la mayoría de los asesinatos registrados corresponden a hombres de entre 18 y 37 años, catalogados bajo el genérico “ajuste de cuentas” como consecuencia del aumento de las actividades relacionadas al narcotráfico en el país. ¿Qué ha hecho la política para revertir esto?, nada novedoso, los esfuerzos del gobierno de Lacalle Pou para revertir el alto número de asesinatos corresponden con un recetario estándar de las derechas latinoamericanas, endurecimiento de las penas y mayor presencia policial.

El actual gobierno ha experimentado momentos mejores y peores en cuanto a la evaluación que la sociedad realiza de él, pero se ha mantenido en un nivel relativamente alto de aprobación a comparación del resto de gobiernos de la región, en especial contando con el paso de la pandemia de covid-19, que ha sido un factor determinante en el destino de muchos gobiernos. Por lo pronto, lo que podemos asegurar, es que la imagen de Lacalle Pou como gobernante se ha mantenido siempre por encima de la evaluación del gobierno, lo que nos deja servida la encrucijada que afronta la coalición para asegurar su continuidad, en un marco donde gran parte de la credibilidad atribuida hacia la gestión se fue perdiendo, no solo por cuestiones de “las políticas” sino por cuestiones de la política, como el resonado caso Astesiano acontecido a finales del 2022, donde el custodio presidencial fue encontrado culpable al demostrarse su participación en una red de falsificación de pasaportes que alcanzó a vender más de 10.000 copias, la cual, una de ellas, presuntamente sería la que posee Sebastián Marset, principal capo narco del Uruguay. Este caso como emblema de la credibilidad perdida por parte del gobierno sigue teniendo consecuencias hasta el día de hoy, y se llevó puesto a varios funcionarios, entre ellos, el canciller. En este contexto es en el que la coalición (especialmente el partido nacional) intenta prolongar 5 años su estadía en el poder ejecutivo del país vecino, jugando con la idea de estabilidad y el padrinazgo del presidente saliente como puntos fuertes y con una oposición arañando la victoria en primera vuelta (aunque con un gran riesgo de fragmentación), Uruguay se enfrenta a una encrucijada histórica.

Lacalle Pou acompañado de Astesiano el día de su asunción
Breve Repaso sobre el sistema electoral uruguayo
Para comprender como se llegó al sistema por el cual se elige al presidente de la república primero vamos a repasar los cambios que ha experimentado en materia electoral Uruguay. La primera elección en la cual el presidente de la república fue elegido mediante voto directo de la ciudadanía (universal para hombres mayores de 18 años que no formaran parte del cuerpo militar) fue en el año 1922, según establecía la reforma constitucional de 1918, la cual fue aprobada mediante un plebiscito. El vencedor de la contienda fue Baltasar Brum, y marcaría el inicio de una forma de gobierno sui generis llamada “Consejo nacional de administración”, que funcionó entre 1919 y 1933 y establecía un consejo de administración, también electo mediante el voto popular, que ocuparía las funciones del gobierno (los ministerios) en conjunto con el presidente, siendo este cuerpo renovado por tercios cada dada dos años mientras que el titular sería electo por un mandato de 6 años.

Miembros del consejo nacional de gobierno
Este sistema tenía como propósito la inclusión del partido nacional en la toma de decisiones y de esa forma calmar el clima político. Este sistema sería disuelto tras el autogolpe de estado llevado a cabo por el presidente en funciones Gabriel Terra, quien instauraría un sistema electoral sin muchas particularidades más allá de la utilización del doble voto simultaneo (también conocido como ley de lemas), y es tras el golpe que en 1938 por primera vez se habilitaría el voto femenino. En el año 1952 se votaría mediante plebiscito una nueva reforma constitucional que instauraría el “Consejo nacional de gobierno”, sistema mediante el cual se elegía a 9 miembros para la conducción del poder ejecutivo, 6 por el partido más votado, y 3 por el segundo, y que cada año cambiaba de autoridad máxima entre los miembros del partido más votado según su orden en la lista, constituyendo un órgano de gobierno colegiado único en el continente. Y por supuesto, también fue mediante un plebiscito que este sistema se abolió en 1966.
Desde la elección que llevó a la presidencia a Óscar Gestido en 1966 hasta la actualidad, la forma en la que se elije al presidente y la conformación de las cámaras legislativas se ha mantenido prácticamente igual, mediante voto secreto, directo, universal y obligatorio (reforma aplicada a partir de 1971), mientras que las cámaras quedarían conformadas por 99 representantes en el caso de la cámara baja y 30 senadores en el caso de la cámara alta, siendo utilizado para elegir a los miembros de la cámara de representantes un sistema de voto proporcional segmentado departamentalmente (por ejemplo, en Montevideo se disputan 40 bancas, mientras que en Paysandú se disputan 3) y para los senadores se utiliza un sistema de circunscripción única, osea, se reparte proporcionalmente a los votos que la lista obtenga en todo el país. Siendo posible (solo cuando se trata de cargos legislativos) votar diversos sublemas dentro de la misma lista presidencial)
Los últimos dos grandes cambios introducidos en el sistema electoral uruguayo, y sin los cuales sería imposible comprender la dinámica de la política de este país en la actualidad, corresponden a la última constitución vigente en el país, la constitución de 1997, la cual introdujo la figura del balotaje, estipulando que se celebraría entre los dos candidatos más votados en caso de que ninguno logre alcanzar la mayoría absoluta (50%+1 de los votos emitidos), como forma de combatir la fragmentación política creciente, observable en la elección de 1994 donde los tres espacios políticos mayoritarios, el partido colorado, el partido nacional y el frente amplio sacaron entre el 32 y 30 por ciento de los votos, corriendo el riesgo de que si esta tendencia se profundizara, se iría en camino a la elección de gobiernos cada vez menos legitimados mediante el voto. Además de haber sido implementado como forma de consolidar el bipartidismo.
El otro cambio se trata de la instauración de elecciones primarias (llamadas “internas”) donde los electores tendrán la posibilidad de elegir, tanto al candidato presidencial que deseen para su partido, como la composición de los órganos deliberativos internos de cada partido a nivel departamental y nacional. El voto no es obligatorio en esta instancia, es mas, su nivel de participación ronda alrededor del 40% mientras que cuando se trata de las generales es del 90%. Y la ley que las constituye sostiene que será el candidato del partido aquel que supere el 40% de los votos de su propio espacio, en caso de que ningún candidato supere esa barrera, serán los órganos deliberativos del partido los encargados de proclamar un candidato a presidente y vicepresidente de la república.

Listas internas del partido colorado y el frente amplio, año 1999
Los partidos tradicionales
Frente Amplio
La historia del Frente Amplio suele contarse desde la elección de 2004, con la llegada de Tabaré Vázquez al gobierno, pero eso es solo una parte de la historia que comienza en la década de los ‘70, liderada por un militar, Liber Seregni. Seregni fue uno de los fundadores y el primer candidato del frente amplio en las elecciones de 1971, una coalición que nace con la premisa de unificar a varios partidos de Izquierda, principalmente el PDC (Partido demócrata cristiano), el PS (Partido socialista), el PC (Partido comunista)La historia del Frente Amplio está profundamente vinculada a la dictadura trascurrida entre 1973 y 1985, dado que la mayoría de los desaparecidos, torturados y secuestrados eran pertenecientes al partido. Entre ellos se encuentran nombres populares como el expresidente José “Pepe” Mujica.
El retorno de la democracia y las elecciones de 1984, tienen un sabor amargo en las aguas del partido frenteamplista, dado que Liber Seregni fue proscripto y en su lugar tuvo que presentarse Juan José Crottogini, conocido por su rol como rector de la “Universidad de la República” (UdelaR) un candidato más vinculado a la sociedad que a la disputa interna del partido.
Las elecciones de 1989 fueron fundamentales para el espacio, dado que con Liber Seregni nuevamente como candidato se consolidaron como tercera fuerza a nivel nacional, con un considerable 21%, su candidato a vice fue Danilo Astori (PS). En 1990, en las elecciones por la intendencia del departamento de Montevideo, aparece en la primera plana de la política uruguaya Tabaré Vázquez, consolidándose como intendente y ungiéndose nuevo referente del partido anteponiéndose a Liber Seregni con acusaciones principalmente por izquierda.
En 1994, fue el turno de Tabaré para probarse a nivel nacional, en una elección de tercios, quedo tercero con el 30% de los votos y a 2% de Sanguinetti, candidato del Partido Colorado, quien resultaría triunfador en esta elección.
Las elecciones de 1999 fueron un golpe duro para el Frente Amplio, pese a ganar en primera vuelta con el 40%, la reforma constitucional de 1997 requería de una instancia de balotaje, donde Jorge Batlle derroto a Tabaré con el 54%.

De izquierda a derecha, Delia, Astori y Vázquez
2004 fue el año, la sociedad uruguaya (quizás producto de la crisis del 2002) eligió en primera vuelta con más del 50% de los votos a Tabaré Ramón Vázquez Rosas como su nuevo presidente, producto de la atención a las demandas populares, una gestión eficiente y un clima de bonanza en la región, el FA se haría del poder por dos mandatos consecutivos más, con una salvedad muy interesante, en 2009 fue el turno de José “Pepe” Mujica, un miembro del MPP (Forma institucional que adopta el grupo guerrillero TUPAMAROS tras la vuelta de la democracia) generando una alternancia entre distintas líneas del partido, siendo en 2014 el turno nuevamente de Tabaré, en cuanto a ministerios secretarias y gabinetes en diversos niveles la distribución fue clara, una De izquierda a derecha, Delia, Astori y Vázquez especie de 50/50, al contrario de la experiencia reciente del Frente para todos en la Argentina, el “loteo” de ministerios parecería haberle dado resultados a los frenteamplistas, quienes no se vieron devorados por las disputas internas y supieron cooperar en un armado más profundo.
En 2019 fue el turno nuevamente de un Intendente de Montevideo, en este caso, Daniel Martínez, del partido socialista (al igual que Vázquez) quien pese a ganar la primera vuelta, perdió por pocos puntos el balotaje frente al armado de Luis Lacalle Pou. Hoy con la muerte de Tabaré Vázquez en 2020 y el estado delicado de salud de Mujica, el partido logro la renovación generacional, y Yamandú Orsi (MPP) se unge como el nuevo líder.
Partido Colorado
La historia del Partido Colorado, “atrasa una banda” dirían los jóvenes. Es la historia de un partido que nace con la fundación de la banda oriental, en el 1836. Si bien su archienemigo natural es el Partido Nacional, los colorados tienen una interna histórica: battlismo y riverismo. Ambas llevan el nombre de sus fundadores y lideres.
La historia del partido colorado va de la mano con la de Uruguay, dado que entre 1865 y 1955, fue el partido que se ocupo de organizar el estado uruguayo y colocar al gobernante (algo parecido a la experiencia del PRI en México). Destacándose como hito fundamental el gobierno de José Batlle y Ordoñez (foto), 1903-1907 y 1911-1915, un político que fue fundador del estado uruguayo y sus instituciones; y a la vez impulso y creo una corriente política que lleva su nombre y llega hasta nuestro días (la cual representaría la corriente estatista dentro del partido, contraponiéndose a la Riverista de tendencia liberal-conservadora).
Todo ciclo tiene un final, y ese final o ese proceso hacia un nuevo régimen político se dio a partir de 1967, cuando se hace con el poder Jorge Pacheco Areco (con rima y todo), un periodista (cuñado de Batlle y Ordoñez), ganando las elecciones del ‘71, tras un gobierno que gozo del visto bueno de la sociedad, y aprovecho para plantear para las elecciones un plebiscito que le permitiera reelegirse, el plebiscito no fue aprobado, pero su lista gano, por ende su delfín Juan Bordaberry, quedo a cargo del gobierno.
La primavera democrática de 1984, trajo consigo a Julio M. Sanguinetti como nuevo presidente del Uruguay, según dicen por ahí, un estadista. Sin embargo, al estadista de buen gobierno, en 1989 se lo comieron las internas, tanto por derecha como por izquierda. Hugo Batalla, del sector mas progresista del partido se abrió y fue como candidato de Nuevo Espacio, y por otro lado la irrupción en las altas esferas del partido de Jorge A. Batlle (sobrino-nieto de Batlle Ordoñez e hijo de Luis Batlle Berres, presidente entre 1947 y 1951) le fueron negando la posibilidad de plantear una sucesión del riñón propio a Sanguinetti. Claramente todo este coctel hizo que el Partido se alejara del poder.
En el 1994, tuvimos el mano a mano que todos queríamos, la interna se dirimió entre Sanguinetti y Jorge Batlle, gano Sanguinetti y tuvo su segundo mandato (primera José Batlle y Ordoñez reelección de la historia), pero tranquilos quienes a esta altura ya se sientan parte del Battlismo, porque en el ‘99 Jorge finalmente tuvo la chance. Se presento, compitió y gano, y con el cambio de la constitución de su lado, logro llegar a balotaje y darle vuelta la elección al Frente Amplio.
Buena suerte, mala suerte, ¿Quién Sabe?, y si no díganselo al pobre Jorge, que en el 2002 tuvo la explosión de una crisis económica (posiblemente heredada del 2001 argentino), y su gobierno se vino a pique, si bien completo su mandato, son muchas las voces que afirman que esto fue el hundimiento del partido colorado en términos electorales, y por ende nunca más volvió al sillón presidencial.

Jorge Batlle
De 2004 para acá, primero fue el turno de Guillermo Stirling, ministro de Batlle y quien saco 10% consolidando la crisis del partido. Para las elecciones de 2009, el partido se renovó, una nueva corriente, ciudadanos, se hizo con la candidatura, representados en Pedro Bordaberry, hijo del expresidente, (17%). En 2014 repitió Bordaberry (12%) y en 2019, el candidato fue Ernesto Talvi, del mismo espacio (12%). Para estas alturas, muchos comenzaron a jubilar electoralmente al Partido Colorado, pero increíblemente la llegada de un outsider podría revitalizar al viejo e histórico partido uruguayo.
Partido Nacional
Al igual que el Partido Colorado, la historia de la creación del Partido Nacional se remonta a la época de la creación del estado uruguayo. Archienemigo histórico de los colorados y en su defecto del Battlismo, fue símbolo histórico del pensamiento conservador de la banda oriental, quizás lo más sorprendente de este movimiento político, sea que supo ser primera minoría y oposición durante más de un siglo, y así y todo mantuvo su hegemonía como contrafuerza al poder turno, manteniendo una especie de bipartidismo histórico.
Con anclaje ideológico en la descentralización y la federalización, su base electoral nace en los pueblos rurales, localizados en el interior del país. Durante años el Partido Nacional tuvo como líder fundamental a Luis Alberto de Herrera (foto), un caudillo y bisabuelo del actual presidente.
A partir de ese entonces se fue perfilando el liderazgo de Wilson Ferreira Adunate, hasta que el golpe de Estado de 1973 lo obligara a marcharse al exilio. A su regreso a Uruguay, en 1984 fue arrestado junto con su hijo, Juan Raúl, quien lideró en el exilio a un grupo de oposición. Este arresto impidió que se presentara a las elecciones de noviembre de ese mismo año que finalmente serían ganadas por el colorado Julio M. Sanguinetti.
6 de noviembre de 1989, fue un domingo de resurrección para el Partido Nacional, dado que llegaría al poder Luis Alberto Lacalle Herrera, y de su mano, volvería a triunfar en una elección tras más de 130 años, todo un hito. Un hombre de derecha llegando a la casa del gobernador en pleno auge del neoliberalismo en el continente, ¿coincidencia? no lo creo.
En 1994 el partido se dirimió en una interna fuerte, Juan Andrés Ramírez, delfín de Lacalle, se enfrentó frente a una novedad electoral, la conformación de un frente Herrero-Wilsonista, con un sindicalista a la cabeza, Alberto Volonté. La interna fue de Volonté, pero la general se la llevo Sanguinetti.
En 1999, la cosa se puso dura. Pese a las novedosas internas, Lacalle fue el candidato natural, aunque en las generales solo se hizo con el 22%, quedando cómodamente tercero y encendiendo alarmas, dado que el Frente Amplio rompía el hasta entonces inquebrantable bipartidismo. En ese sentido si bien las elecciones de 2004 fueron un triunfo arrasador de Tabaré Vázquez, le permitieron al Partido Nacional reacomodarse en el arco electoral, dado que por una parte la caída de Colorados al tercer lugar luego del fallido gobierno de Batlle (h) fue inminente; y por otra, la narrativa progresista del Frente Amplio permitía rivalizar mucho mejor con el estilo conservador de los blancos.
2009, fue una derrota asegurada de la mano de un viejo conocido, Luis Lacalle. Pero esta derrota, trajo sus frutos, dado que fue necesaria una renovación de cara al futuro, y como dice el dicho, la manzana no cae lejos del árbol. De cara a 2014, un Joven Luis Lacalle Pou toma las riendas de su padre y juntos lanzan un nuevo espacio, Unidad Nacional. Bajo el slogan de “Aire Fresco” Lacalle Pou comienza a rejuvenecer y aggiornar la imagen del partido, logrando en las elecciones internas imponerse ante José Larrañaga (candidato en 2009) y sacar un 30% que le permitiría ir a balotaje y caer ante el FA sacando un considerable 43%.
En 2019, con una inminente renovación por parte del Frente Amplio y un desgaste orgánico luego de 15 años en el poder, al “hijo de la casta” se le dio. Logro sobreponerse a Sartori en las internas y finalmente se metió en el balotaje frente a Daniel Martínez, y ahí sí, logro la alianza, ¿Del Partido Nacional? Si, pero también la madre de todas las alianzas, la coalición Multicolor. Con el apoyo explícito del Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido de la Gente y el Partido Independiente; el domingo 24 de noviembre se presentó a la batalla final, y con el 50,79% (finito, finito el tema) se convirtió en el 42° presidente de la historia.
Candidatos
El heredero y la intendenta
La fórmula del Frente Amplio lleva a la cabeza a Yamandú Orsi, un profesor de historia de 57 años que durante casi 10 años ejerció la intendencia departamental de Canelones, segundo departamento mas poblado del país. La historia de Orsi es la historia de un militante de izquierda en el Uruguay moderno, un arquetipo de la mezcla entre formación política en el plano ideológico y en el plano administrativo. En el plano partidario el es parte del movimiento de participación popular desde los años 90, espacio nacido mediante la incorporación del movimiento guerrillero TUPAMAROS al frente amplio en el año 1989, del cual son parte figuras totémicas de la izquierda Uruguaya como el expresidente Pepe Mujica, la ex-vicepresidenta Lucia Topolansky, el ministro del interior entre 2010 y 2020 Eduardo Bonomi, entre otros. Los inicios de Orsi en la administración pública fueron de la mano de Marcos Carámbula, quien fuera su antecesor en el cargo de intendente de Canelones (cargo que ejerció desde el 2005 hasta el 2015) y a quién Yamandú acompañaría todo ese tiempo como secretario general de la intendencia.
Orsi, un dirigente con la capacidad de trascender lo partidario y generar consensos con otras fuerzas políticas, como lo demostró al mando de la intendencia de Canelones. Además de haber mantenido siempre un umbral de votos alto (mayor al 50%). Ideológicamente se describe como un izquierdista con un fuerte contenido nacionalista, es percibido de forma cercana por el electorado debido a su origen humilde y rural, se jacta de haber trabajado durante 20 años en el almacén de su familia y destaca la posibilidad de ascenso social que le brindó acceder a los estudios de nivel terciario, dedicándose durante 15 años a la docencia previo a su ingreso a la administración pública.
A Yamandú lo acompaña como candidata a la vicepresidencia Carolina Cosse, una ingeniera eléctrica de 62 años que viene de ser la Intendenta departamental de Montevideo, y que durante la gestión de Pepe Mujica ejerció como presidenta de ANTEL (Administración nacional de telecomunicaciones) y durante la última de Tabaré Vázquez como ministra de industria ingeniería y minería. Cosse pertenece al Partido Comunista Uruguayo desde su juventud y es este espacio el cual la postuló en dos ocasiones como precandidata a presidenta de la república, enfrentando de forma directa en la última de ellas, a Yamandú Orsi, resultando la interna con 59% para el candidato a presidente y 37% para la intendenta.

Carolina Cosse y Yamandú Orsi
Esta fórmula contiene de la forma más amplia posible las diferentes identidades políticas que conviven históricamente en el frente amplio, una centro-izquierda dialoguista pero fuertemente tradicional, corporizada por Yamandú Orsi como el hombre capaz de devolver al frente amplio a la presidencia, y una izquierda más dura, de relación más estrecha con la central sindical PIT-CNT con una ambición más pronunciada por lograr las reformas que no fueron posibles en el anterior ciclo frenteamplista, y con la intención de obrar como contrapeso, representada a través de la figura de Carolina Cosse. Este equilibrio es causal de tensiones, como las que ya se provocaron tras la designación de Gabriel Oddone como ministro de economía en caso de ganar las elecciones, quien se ha pronunciado en contra del proyecto de reforma previsional que lleva adelante la Convención Nacional de Trabajadores por motivos de orden fiscal.
- Su principal dificultad: El funcionamiento interno en caso de llegar al poder
La mano del rey
Álvaro Luis Delgado Ceretta es veterinario y tiene 64 años actualmente, en su curriculum cuenta con haber sido Representante Nacional (2005-2015), Senador (2015- 2020), y pues claro está, Secretario de Presidencia (2020-2024).
En política, que la mano derecha de un presidente sea el candidato para sucederlo puede sonar un lugar común, pero lejos esta de serlo, es un fenómeno bastante atípico. Si bien es cierto que el título de “secretario de Presidencia” suena muy cercano, en la práctica cumple la función del Jefe de Gabinete en Argentina. Álvaro Delgado y Luis Lacalle Pou, se conocen hace muchos años, ambos son militantes del Partido Nacional desde jóvenes. Un dato muy curioso es que Álvaro siempre fue parte de la corriente Wilsonista, mientras que Luis siempre fue Herrerista (la sangre tira).

Lacalle Pou con Álvaro Delgado
Álvaro Delgado con Lacalle Pou Delgado comenzó a militar en sus épocas universitarias, donde llegando a integrar el claustro y el consejo de la facultad. En términos nacionales, su militancia comenzó a militar en el departamento de Paysandú, de la mano de Juan Carlos Raffo, en la campaña de 1989. Plot twist, la hija de Juan Carlos, Laura, fue su principal adversaria en las internas. Las vueltas de la vida.
En 2008, se acerca al espacio de los Lacalle, primero se enfila en la campaña de Luis Lacalle (p) y luego renueva los votos con Lacalle (h), siendo uno de sus principales laderos y ganando su confianza.
A esta altura la pregunta es clara, ¿Por qué desde el ejecutivo lo eligieron a el? Álvaro no es un secretario más, es y fue “el secretario” durante el gobierno de Lacalle Pou, ganando una firme presencia en la comunicación de la gestión de la pandemia. Además, la coalición Multicolor obligo al gobierno a entregar 6 de 14 ministerios, por ende, las opciones finalmente resultaron escuetas. La premisa es clara, Delgado es Lacalle Pou, es un alfil clave en la gestión y la narrativa del gobierno es claramente la de plantear un escenario de continuidad. En ese sentido la premisa es clara: si estas de acuerdo con estos 5 años, “reelegí un buen gobierno”.
Esto representa una dificultad en un área muy sensible: la corrupción. Durante la gestión Lacalle Pou, fueron múltiples las controversias que azotaron al gobierno, es por eso que creer que el secretario de presidencia estaba exento de todo, resulta un tanto inverosímil, ¿cuánto pesa estas acusaciones en la sociedad? Se sabrá el 27 a la noche.
Como compañera de fórmula, eligió a Valeria Ripoll, panelista de TV y sindica de ADEOM (Asociación de Empleados y Obreros Municipales). Esta designación causo un terremoto dentro del partido dado que muchos creían, entre ellos, el padre del presidente, que la lógica era que la formula fuera Delgado-Raffo. Además, nadie se lo esperaba dentro del partido y protestaron no haber sido consultados. Como dicen los blancos con más experiencia, “no se sabe la marcha de tres arboles” (Tradicional marcha del partido nacional).

Álvaro Delgado con Valeria Ripoll
- Su principal dificultad: No ser visto o contemplado como un líder. Son muchos quienes aseguran que, en un hipotético gobierno de Delgado, el jefe seguiría siendo Lacalle Pou.
El outsider (pero no tanto)
“Un Amigo, un muy buen presidente” responde Andrés Ojeda Spitz, al ser consultado por Luis Lacalle Pou. Ojeda tiene 40 años y es abogado penalista, ¿experiencia? 1 mandato como edil departamental de Montevideo (concejal)… ¡Ah si! y un sin fin de horas invertidas en paneles de televisión.
Andrés Ojeda no pretende ser el presidente, pretende ser “un nuevo presidente”, dejando muy en claro que su campaña, sus slogans y su incipiente juventud y poca experiencia en política marca una cosa, se adueñó de la idea del candidato outsider.
La oferta de Ojeda es clara y concisa, liberalización económica, reformas en el sistema burocrático del estado y el voluntarismo de imponer una “nueva” forma de hacer política. Suena raro teniendo en cuenta que es el representante de un sello con casi 200 años de existencia y que gobernó 150 de esos 200 años desde la fundación de la república.

Andrés Ojeda acariciando un gato invisible
Dentro del “ojedismo” hay dos nombres claves para entender el camino del fenómeno, Elsa Capillera, una representante nacional que se escindió de Cabildo Abierto y opto por cruzarse de bando y sumarse a la campaña del abogado. Otro adepto a la causa de Ojeda es Gustavo Zubia, un exjuez federal y representante nacional por Montevideo desde el 2020, quien bajo su candidatura y se apuntalo detrás de Ojeda.
En las elecciones internas, Ojeda obtuvo un 39,5% del voto dentro del Partido Colorado, venciendo así a los también precandidatos Robert Silva, Gabriel Gurmendez, Tabaré Viera, Carolina Ache Batlle y Zaida González.
El día después del triunfo, Ojeda anunció a Robert Silva como su compañero de fórmula y candidato a la vicepresidencia, en una masterclass de política clásica.
- Su principal dificultad: Ser el pibe nuevo del barrio. Si bien es su premisa fundamental de campaña, el desconocimiento y la poca experiencia, puede jugarle en contra al candidato colorado.
El exmilitar
Guido Manini Ríos fue el comandante en jefe del ejército Uruguayo entre el 2015 y el 2019, además de militar de carrera es historiador de la universidad católica del Uruguay (UCU), y principalmente, es el candidato del partido “Cabildo Abierto”, partido que en la última elección pateó el tablero posicionándose en el 4° lugar con 11,46% de los votos, siendo esta la primera experiencia exitosa de un partido de ultra-derecha en Uruguay. Esa cantidad de votos le valió para conseguir 3 escaños en el senado y 11 en la cámara de representantes, además de diversos lugares en el gabinete presidencial para los miembros de su partido, como el ministerio de salud y el de vivienda.
La historia de Cabildo abierto se escribe a la par de la de Manini Rios, no es para menos, ya que es debido a sus declaraciones sensibles sobre cuestiones de actualidad política y a los delitos cometidos por parte de las fuerzas armadas durante la última dictadura militar que es desplazado de su cargo en el año 2019, año en el que funda su partido. El mismo no se reconoce “de derecha”, sino que prefieren utilizar el genérico “artiguismo” para encasillar su ideología, a pesar de que los componentes mas importantes de su base ideológica tienen mucho en común con las nuevas derechas florecientes en el continente, el rechazo a los derechos LGBT, al aborto, posiciones conservadoras en torno a lo social y la exaltación del nacionalismo no son elementos menores para comprender como piensa este partido. Cabildo abierto tiene un diferencial con respecto a las demás derechas latinoamericanas, es un partido de origen militar, lo cual se ve manifiesto en quienes son sus principales figuras públicas (además de su candidato) y sus reivindicaciones.

Guido Manini Ríos
El panorama que afronta Manini Ríos es mucho menos alentador que en el 2019, en parte por el corrimiento a la derecha de los demás candidatos (en especial Andrés Ojeda) lo cual lima su base electoral, sostenida en gran parte a haber sido una voz novedosa en lo que respecta a seguridad y cuestiones sociales, así como su base electoral se compuso de una gran fuga desde los tres partidos mayoritarios hacia una expresión radicalizada y novedosa, no es ilógico pensar que al perder su carácter de novedoso, esa fuga se vuelva en sentido contrario. Además de su relación con el resto de la coalición de gobierno que ha tendido a tensarse con el pasar de los años, al punto de que el ex-comandante se niega a firmar un acuerdo para renovar la coalición antes del 27 de octubre.
- Su principal dificultad: Ganar relevancia dentro de la coalición y evitar la fuga.
Los marginados
- Pablo Mieres-Partido Independiente
Mieres es una figura controvertida de la política uruguaya desde finales del siglo pasado. De ideología demócrata cristiana, su partido, el partido independiente, es un socio menor de la coalición de gobierno (Ejerció entre 2020 y 2024 la titularidad del ministerio de trabajo). Mieres fue candidato a vicepresidente de la república en el año 1999 por el “Nuevo espacio” un espacio socialdemócrata liderado por Rafael Michelini (Hijo del histórico dirigente Frenteamplista Zelmar Michelini), que en alianza con los demócratas cristianos y la unión cívica buscaba confrontar con el partido colorado y el frente amplio con tal de posicionarse como una nueva opción de centro-izquierda. Este frente se rompería llegado el año 2000 bajo la división entre los que sostenían que era necesario incorporarse al frente amplio (liderados por Michelini) y quienes sostenían que el espacio debía mantenerse independiente (dentro de los cuales se encontraba Mieres), los cuales, tras votarse en asamblea la incorporación al FA, formarían el Partido Independiente. Las encuestas proyectan que conseguirá un resultado semejante al del 2019, alrededor del 1,5%.
- Cesar Vega-Partido Ecologista Radical Intransigente
Cesar Vega es un ingeniero agrónomo oriundo de Paysandú de 61 años, además de ser representante nacional y fundador del PERI, primer partido ecologista en conseguir un escaño parlamentario en la historia de Uruguay (mas no el primer partido verde). Vega es un personaje complejo de encasillar, su plataforma y discurso político gira, naturalmente, alrededor del ecologismo (con posturas típicas como la preservación de los recursos, la prohibición de la minería a cielo abierto, etc.), pero por fuera de su agenda verde florecen ideas fuertemente reaccionarias y conspirativas, faceta que quedó plasmada cuando, en pleno auge de la vacunación contra el Covid-19 llevó un grupo de gente supuestamente “imantada”, como efecto secundario de la aplicación de la vacuna, al parlamento. Además de haber puesto su voto para la aprobación de la LUC, Vega lleva 4 años de deriva reaccionaria en su haber. Difícilmente pueda mantener su banca, ya que las proyecciones que alcanzan a medirlo muestran que hay pocas posibilidades de que llegue al 1%.
- Gustavo Salle-Identidad Soberana
Y si de conspiranoia hablamos, es imposible dejar de hablar del nuevo outsider de la política Oriental, el abogado de 66 años Gustavo Salle Lorier. Salle cobra relevancia tras haber sido quien motorizó la denuncia por usurpación de título del vicepresidente durante el segundo mandato de Tabaré Vázquez, Raúl Sendic, que terminó en su renuncia al cargo. Posteriormente fue el líder del movimiento antivacunas durante la pandemia de Covid-19 en Uruguay y ahora lidera el partido “Identidad soberana” partido cuyo slogan es “Trinchera de los valores” y que, bajo el antiglobalismo lleva en su plataforma la lucha contra el “nuevo orden mundial” la agenda 2030, la masonería y una defensa irrestricta a la constitución con ciertos tintes ecologistas. Sin duda Salle se embandera en un discurso que estaba falto de representación en el mapa político, las encuestas lo miden alrededor del 1,5 y 2 por ciento de los votos, lo suficiente como para ingresar a la cámara de representantes.
Plebiscitos
Reforma jubilatoria
- Objetivo: Sustituir el artículo 67 de la Constitución de la República por una nueva versión. Los tres puntos centrales de la reforma buscan eliminar las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP), fijar la edad de retiro en 60 años y determinar que la jubilación mínima sea equivalente al Salario Mínimo Nacional.
La reforma fue impulsada por la CNT (Convención Nacional de Trabajadores) e integrantes del Frente Amplio. Una vez aprobada por la Corte Electoral, fue rechazada públicamente por los candidatos de la coalición Multicolor (Andrés Ojeda, Álvaro Delgado, Pablo Mieres y Guido Manini Rios), aludiendo la problemática en términos de política fiscal que significaría la implementación del plebiscito. Un grupo de economistas del Frente amplio autodenominado «Frenteamplistas por el No”, también manifestó su rechazo bajo los mismos argumentos (Además de Orsi que declaró que sería “altamente inconveniente” su aprobación).
¿Qué es una AFAP, se come? las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional, son empresas que surgen a partir de la creación del Sistema Previsional Mixto en 1996, durante la segunda presidencia de Julio M. Sanguinetti. se denomina Mixto porque conviven el régimen de Ahorro Individual, administrado por las AFAP, y el régimen de Solidaridad Intergeneracional, administrado por el BPS (Banco de Previsión Social). El aporte al Sistema Intergeneracional es obligatorio; mientras que el aporte al Ahorro Individual es opcional para quienes tienen un ingreso menor a un tope fijado por ley.
Actualmente hay cuatro administradores que operan en el país: Integración, Sura y Unión Capital, de capital privado; y República, de capital publico/estatal.
Reforma sobre Allanamientos nocturnos
- Objetivo: Habilitar los allanamientos Nocturnos. Modificando el articulo 11 de la Constitución.
- Artículo 11: «El hogar es un sagrado inviolable. De noche nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su jefe, y de día, sólo de orden expresa de Juez competente, por escrito y en los casos determinados por la ley”
En las elecciones 2019, se presentó un plebiscito de las mismas características, que fue desaprobado con el 46,83% de los votos. En este caso el proyecto es impulsado principalmente (osea, quien se encargó de conseguir las firmas necesarias) desde el partido nacional. La razón por la que se impulsa es la creencia de que es una forma efectiva de combatir el narcotráfico (especialmente en el nivel “de calle”) y se escuda discursivamente en el hecho de que Uruguay es uno de los pocos países del mundo cuya constitución prohíbe que se realicen allanamientos nocturnos.
Las críticas hacia este proyecto provienen de la idea de que es un aumento muy grande del riesgo que de por si conlleva un allanamiento, tanto para la policía como para los menores que se pueden ver envueltos en una situación violenta, además de ser considerada una solución reduccionista para un problema que excede por mucho al narcomenudeo, que sería lo único que en definitiva se atacaría de forma directa.
El 20 de diciembre, 71 senadores y diputados de la Coalición Multicolor y del Partido Ecologista Radical Intransigente, firmaron presentar un proyecto de reforma constitucional.
En caso de aprobarse la reforma, el nuevo texto se leería así:
«El hogar es un sagrado inviolable. Nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su morador, o por orden expresa y fundada de juez competente, dictada por escrito en los casos y formas establecidas por la ley»
La historia de los plebiscitos en Uruguay
Entre las rarezas que componen el cuadro del Uruguay actual que pretendemos pintar, se encuentra una larga tradición de plebiscitos y referéndums envidiable para cualquier sistema que se pretende democrático.
Una pequeña aclaración, cuando hablamos de plebiscito hablamos de proyectos de consulta popular que apuntan a la aprobación (en caso de que consiga el 50%+1 de los votos) o no de un proyecto de reforma constitucional (tanto integral como de artículos puntuales). En el caso de estos proyectos, solo hay papeleta por el “Si”, computándose la falta de esta como un voto por la negativa. En el caso del Referéndum, este mecanismo se da cuando se realiza una consulta sobre una ley previamente aprobada por el parlamento, existiendo tanto papeleta por el si como por el no, como en el caso del referéndum de la LUC.
Los plebiscitos más memorables de la historia uruguaya ya han sido nombrados en este informe, estos son los que modificaron la forma de gobierno, como el de reforma constitucional de 1917, el cual instauro el consejo nacional de administración, el de 1934 impulsado por el dictador Gabriel Terra que aboliría esa institución y volvería al presidencialismo, y así sucesivamente, presumiblemente hasta el infinito (o al menos, hasta el momento, una vez más)
Otras consultas populares que influyeron fuertemente en el debate político Uruguayo fueron:
- Referéndum para anular la ley de empresas públicas: La ley de empresas públicas fue aprobada en 1990, durante el mandato de Luis Alberto Lacalle. Esta ley oficiaba de marco para la privatización de las empresas del estado en un contexto de liberalización de la economía y reducción del estado. El referéndum celebrado en 1992 logró derogar parcialmente la ley.
- Referéndum sobre la ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado: Esta ley dejaba sin efecto la pretensión punitiva del estado respecto a los delitos cometidos en la última dictadura militar en Uruguay. El referéndum para derogarla se celebró en 1989, siendo ganadora la opción por mantener la ley vigente con el 55% de los votos.
- Plebiscito del agua: Este plebiscito celebrado en 2004 (concurrentemente con la elección presidencial) tenía la finalidad de dotar al estado del monopolio de los servicios de agua potable y saneamientos, además del manejo de las cuencas hidrográficas, este plebiscito fue aprobado por el 64,61%, cancelándose todas las concesiones privadas relacionadas al agua potable vigentes en el país. Para el año 2009 el estado alcanzaría a cubrir el 100% de los servicios relacionados al agua en el Uruguay.
Como están las cosas
Todas las mediciones coinciden en una cosa, el Frente amplio saca una ventaja descomunal con respecto a sus rivales, pero no le alcanza para una victoria en primera vuelta (lo cual, desde la instalación del balotaje ha ocurrido una sola vez, en el año 2004, cuando Tabaré Vázquez se impuso con el 51% de los votos). Orsi se mantiene estable alrededor del 44% de los votos (que de ser así, obtendría un resultado 6% mejor que su antecesor, Daniel Martínez, que aun así estuvo a 1,5% de ganar la segunda vuelta), y su competidor más cercano es Delgado (el cual para mantenerse competitivo debería aspirar a, de mínima, replicar el 28% de Lacalle Pou en la primera vuelta del 2019) que oscila (Si uno observa el trackeo de la encuestadora cifra) entre los 24 y 28 puntos porcentuales, a pesar de que viene de un largo proceso de caída (la misma encuestadora lo medía en mayo de este año en 32%) La esperanza de la coalición esta puesta en Ojeda, quien a pesar de estar lejos de recortar la suficiente distancia como para meterse en el balotaje, tiene la posibilidad de superar la barrera en la cual se ve inmerso el partido colorado desde el año 2009, la barrera de los 12 puntos. Desde su elección como candidato por el partido aumentó la intención de voto hacia el mismo, algunas encuestas posicionándolo en 17%, siendo causales de esta subida su percepción como “el candidato joven”, su discurso más tirado a la derecha, sus intenciones de tener un mayor acercamiento al gobierno de Javier Milei y su propuesta de “barajar y dar de nuevo” con la coalición.

Estimación de voto a nivel departamental
El resto de los partidos que ya han sido probados en elecciones no ven chances de mejorar sus resultados, sus expectativas y posibles resultados ya fueron expuestos anteriormente en este informe, para concluir con las proyecciones, es casi imposible que los partidos de la coalición puedan mejorar una performance electoral atípica que les permitió la victoria en el ballotage (agrupándose el 52,8% de los votos entre el PN, PC y Cabildo Abierto). El único sector con expectativa de meterse en el juego político tras esta elección es Identidad Soberana, quien seguramente sea un actor interesante de observar tras la primera vuelta. A nivel departamental los tres partidos principales tienen núcleos de apoyo más fuerte en diversas zonas del país, el partido nacional suele ser más fuerte donde hay mayor ruralidad (además de ser el rival directo del frente amplio en la mayoría de los departamentos), el frente amplio en los grandes centros urbanos del país (Montevideo, Canelones y salto). Mientras que el partido colorado, volvió a quedar primero en un departamento (en este caso, en Rivera, que históricamente fue un refugio colorado) en el año 2019, por primera vez desde 1999.
Conclusiones
Uruguay es, efectivamente, el bicho raro del continente, marcado por sus políticas de estado y su furioso respeto a las instituciones, este es el resultado de una administración pública estable la cual es percibida como legítima y que le permite al estado nacional una penetración sobre el territorio que amplifica su capacidad de acción. Este es la columna vertebral, que se sostiene por el acuerdo de todos los partidos políticos para que se retroalimente mediante diversos mecanismos que promueven la renovación (mediante la prohibición de la reelección inmediata) y la participación (mediante plebiscitos y referéndums). Pero estas características son cada vez más difíciles de encontrar en una región del mundo donde los gobiernos se ven cada vez más debilitados, tanto en su capacidad de implementación de políticas como en su capacidad de generar acuerdos. El rol de la política para que el país siga siendo el oasis del continente está atado a dos cuestiones, la primera relacionada a la necesidad de construir acuerdos, como fue la conformación de la primera coalición de gobierno de su historia, combatiendo la fragmentación. Y la represión casi como un acto reflejo de cualquier comportamiento que se escape de esta noción (con excepciones).
¿El país Oriental oscila al igual que el resto? Bueno, eso no puede ser respondido todavía, pero las condiciones iniciales en las que podría volverse un país con una alta alternancia le auguran un futuro relativamente más previsible en lo que respecta al impacto de la política en la vida de los habitantes. Otros fenómenos para observar tras el 27 de octubre -o tras el balotaje del 24 de noviembre- es como esta coalición de gobierno puede sobrevivir (o no) al rol de oposición, y, en caso de serlo, como se reconfigurará, principalmente en su conducción. También puede ser interesante observar el comportamiento de los socios menores de la coalición en caso de –volver al llano- principalmente al que mayor proyección a futuro tiene, Andrés Ojeda, quien es a su vez, candidato a senador, lo que le asegura una posición el “Prime time de la política Oriental”.
Del otro lado del arco político, el frente amplio no muestra mayor solidez que sus adversarios, a pesar de estar más cerca que nunca de volver a ocupar el palacio ejecutivo, las dudas sobre su viabilidad ya no provienen de la posibilidad de que implementen políticas que “ahuyenten inversores”, fantasma que si estaría presente en las elecciones del 2004, sino que las dudas que se presentan hoy son “de gestión” y como el frente amplio podrá dirimir sus diferencias sin afectar el funcionamiento de su eventual gobierno, sobre todo en un momento de renovación donde los viejos liderazgos se van borrando y los nuevos tendrán que esforzarse por imponerse.