15/07/2025
Un fantasma recorre Chile


La victoria de Jeannette Jara en la primaria oficialista del país trasandino se vuelve un espejo interpelante para todo el campo progresista del continente americano, ¿Cómo una opción de izquierda radical es capaz de imponerse sobre el establishment centrista en un contexto tan hostil? La respuesta es sencilla, con logros propios y denunciando problemas concretos.
La primaria del oficialismo chileno (ordenado dentro de la coalición “Unidad por Chile”) se celebró el domingo 29/6/25 para dirimir quien será el sucesor (al menos como oferta electoral) del presidente Gabriel Boric. Esta primaria contó con la representación de todos los sectores que sostuvieron durante estos cuatro años al gobierno saliente, agrupados en cuatro espacios: el conformado por el PC y los humanistas, que llevaba como candidata a la exministra de trabajo Jeannette Jara; el autodenominado “Socialismo Democrático”, conformado por los partidos tradicionales de la centroizquierda (ex concertación de partidos por la democracia) que llevaba como candidata a la ex ministra del interior Carolina Tohá; el Frente Amplio (el núcleo duro que llevó a Boric a la victoria de su interna contra el partido comunista, en ese momento liderado por Daniel Jadue, en la primaria del 2021), encabezado por el diputado Gonzalo Winter y, por último, la Federación Regionalista Verde Social, que postuló al diputado Jaime Mulet.
Los resultados dieron por ganadora a Jara con el 60% (poco más de 800.000 votos), seguida lejanamente por Tohá con el 28%, Winter con el 9% y el candidato verde, Mulet, con el 2%. Estos resultados muestran mucho más que un simple cambio de preferencias de la centroizquierda: nos da a entender lo mucho que han cambiado las cosas en el ala progresista de la sociedad chilena.
No es extraño que las cosas hayan cambiado. El gobierno de Boric, ya sobre el final, se enfrenta a opiniones dividas entre los propios (y no tan propios) de todos los espacios que conforman la alianza de gobierno. Un gobierno que llegó con una propuesta fundamental, hacer realidad el proceso constituyente iniciado en el año 2020 (que se había convertido en la manifestación política-institucional del estallido social del año 2019), se irá en marzo del año próximo sin una nueva Constitución, con victorias pírricas en su haber, y profundamente cuestionado en materia de transparencia (como es habitual en el país trasandino). Estos acontecimientos no son precisamente una ayuda para quien busque suceder al presidente saliente.
La sorpresa por izquierda
La ex ministra de Trabajo no se esforzó por ocultar su histórica pertenencia al Partido Comunista Chileno, pero sí hizo un profundo trabajo de acomodamiento de las expectativas para con el electorado progresista a pesar de lo que declaraba públicamente la conducción de su partido. Como expresé anteriormente, Jara gana su interna con un discurso sencillo, pero no conformista: señala lo que se ha hecho bien, como la reforma del sistema de pensiones (aprobada con votos de todo el arco político) que implementó un sistema de capitalización mixta, la reforma laboral que reduce la jornada a 40 horas semanales, y la mejora sostenida del salario mínimo desde marzo del 2022 hasta la fecha. Estos logros propios, concretos y perceptibles para la población, que a otros candidatos de izquierda los hubiera hecho prometer “tomar el cielo por asalto”, fueron en la campaña de Jara simples hitos de su gestión, prueba de un alineamiento con los problemas (al menos en materia de trabajo) más terrenales de la ciudadanía: el salario, la gestión del tiempo y la vejez.
Tras conocerse los resultados de la primaria que lo llevaría a la carrera presidencial del año 2021, Boric declaró que “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Sin duda esta declaración fue un peso sobre la espalda del mandatario más joven de la historia del país vecino. En contraposición, y aprendiendo del pasado, el discurso de victoria de Jara fue un tanto más deslucido, con agradecimientos, propuestas en todas las áreas de la política pública, leves referencias a íconos de la izquierda chilena (recuperando frases de Allende y Luis Emilio Recabarren y refiriéndose puntualmente a Michelle Bachelet), pero sin frases rimbombantes que fácilmente puedan transformarse en una carga a futuro.
Pero también hay una realidad, y es que Jara gana a pesar de la cúpula del Partido Comunista Chileno, sobre todo de la mayor sociedad que existe hoy por hoy en el partido centenario, Daniel Jaude (excandidato a presidente en el año 2021 y exalcalde de Recoleta) y Lautaro Carmona (presidente del partido), quienes no aportaron más que comentarios inconvenientes y desautorizaciones a la campaña de la candidata comunista.
El fin de la concertación
La candidatura de Carolina Tohá -exministra del interior de Gabriel Boric- será recordada como un caso más de ganadores preanunciados que no logran llegar a la meta. Todas las encuestas anteriores al mes de junio la daban como ganadora por una apabullante diferencia. Nada más alejado de lo que terminó ocurriendo.
Fue la crónica de una muerte anunciada. La candidata, que se apoyaba en los principales partidos de lo que fue la concertación de partidos por la democracia, no logró ser más que la parte visible de una decadencia sostenida en el tiempo —no solo de los partidos socialista y por la democracia de manera individual— sino de todo el centro del arco político chileno. Una campaña intencionalmente tibia, que de por sí despertaba pocas pasiones en la izquierda (curioso tratándose de la hija del ministro del interior de Allende, asesinado por la dictadura) y que se enfocó en hablarle a un votante centrista que ya es minoritario en casi todo el continente americano, no podía tener otro destino que no fuera este.
Tohá no ha sido necesariamente una mala candidata, pero si una candidata de otro tiempo histórico que tuvo el infortunio de rodearse de hombres grises que, confundiendo al votante centrista con el famoso votante medio, dejaron ver la peor cara del anticomunismo.
Seguramente no se trate del factor determinante, pero no colaboró con las aspiraciones de Tohá la agresividad que su equipo y ella misma le han dado al último tramo de la campaña, yendo desde filtraciones en las cuales se escuchaba a sus más cercanos colaboradores despotricar contra las opciones de izquierda, contra el FA por jóvenes, inexpertos y revoltosos y contra los comunistas acusándolos de querer llevar adelante un “programa económico kirchnerista”, el cual, en palabras del presidente del PPD, llevo al colapso económico de la Argentina, hasta declaraciones de la misma candidata, afirmando que no era partidaria de la idea de que el partido comunista gobernara Chile (reafirmando esa idea en los debates públicos entre candidatos).
La deriva de la —ya vieja— nueva izquierda
El Frente Amplio es el nombre que lleva el partido que reunió a todas aquellas expresiones políticas que llevaron adelante la candidatura de Boric en la primaria presidencial de Apruebo Dignidad del año 2021 (siendo sucesor del frente político con el mismo nombre que llevó como candidata a Beatriz Sánchez en el año 2017), y en esta oportunidad llevó como candidato al diputado de 38 años Gonzalo Winter.
Como un espacio político que logró el 25% de los votos (1,8 millones) en el año 2021 hoy recolecta tan solo 123 mil es una incógnita demasiado profunda como para ser respondida en este artículo, pero considero que existen dos claves, el traslado de votos del FA al PC y el desgaste de la gestión pública a nivel nacional.
El traslado de votos es evidente, y en mi consideración corresponde sencillamente a la calidad de las propuestas que estaban disponibles en el supermercado electoral, Jara recordaba mucho más al Boric de la primaria del 2021 de lo que lo hacía Gonzalo Winter. La campaña del candidato (más) oficialista fue desde un inicio desapasionada, debiéndose su candidatura a que el miembro del partido que mejor medía (Tomás Vodanovic, el alcalde de Maipú de 34 años que venía de renovar su mandato por el 70% de los votos) se negó a abandonar su rol de alcalde para ser candidato, por lo que Winter resultó ser quien (dicho mal y pronto) se quemaría en pos de que el partido del Presidente estuviese representado en la primaria, sin importar el carácter preanunciado de la derrota.
El otro factor, el desgaste, es clarísimo cuando se trata de aquellos que conforman el círculo más próximo al presidente, aún sin haber ejercido funciones de gestión (como es el caso de Winter), los nombres del FA son nombres que ya nacen cuestionados en la opinión pública, la sociedad en conjunto los mira con desconfianza por tratarse del oficialismo más acérrimo, y la izquierda no los termina de adoptar como propios por las dificultades que ha encontrado en estos cuatro años, sumadas a las casi infinitas instancias de división que se han producido dentro del gobierno (tanto en la cúpula como en las bases). Pero como mencioné anteriormente, esto es para los representantes del partido en el nivel nacional, ya que a nivel municipal el partido ocupa 5 alcaldías, todas llevadas adelante por militantes jóvenes y en muchos casos sorprendentemente populares.
Conclusiones
El escenario no es claro. A cinco meses de la elección Jara se posiciona como la favorita en las encuestas para la primera vuelta, seguida — a veces más cerca y a veces más lejos— por José Antonio Kast, quien pareciera el candidato que mejor condensa las pasiones tristes del pueblo trasandino. Pero la superioridad de Jara es módica, y no se traduce hasta el momento un escenario de segunda vuelta en el que la candidata comunista tome la delantera, lo cual es lógico considerando que, de los cinco candidatos más populares, cuatro son explícitamente de derecha, teniendo tres de ellos claras reivindicaciones a la dictadura de Pinochet.
Es altamente probable que la izquierda gane la primera vuelta (cosa que Boric no logró debido a la candidatura de Provoste por el PS, PPD y PDC), pero aún con eso, es igual de probable que no logre imponerse en el mano a mano, enel cual el actual presidente venció ampliamente por la existencia de un “centro democrático”, compuesto por socialdemócratas y liberales que no existe en el Chile de hoy.
A modo de cierre, la única esperanza que tiene la izquierda para dar el batacazo es recuperar la tradición nacionalista popular que ha sabido tener en sus orígenes (como bien la han encarnado Pedro Aguirre Cerda, Salvador Allende y por qué no el mismísimo Luis Emilio Recabarren) y no resignar la posibilidad de dar respuestas precisas a los problemas de la ciudadanía, sin caer en facilismos ni en promesas irrealizables.