19/08/2025
Los hijos de la federalización
Este artículo es la primera entrega de cuatro que se publicarán entre el mes de agosto y septiembre sobre la provincia de Buenos Aires y sus minucias. Lo que haremos será un recorrido por su vida política y social que culminará en el presente, más puntualmente en las próximas elecciones para cargos legislativos a celebrarse el 7 de septiembre. Esperamos que les guste.
¿Qué fue la federalización?
«Elevemos nuestros espíritus, levantemos nuestros corazones, incorporemos con regocijos públicos este día en los memorables y clásicos de nuestra vida y corramos a dar gracias al Altísimo porque al fin nos es dado inaugurar la capital cantada por los poetas, consagrada por la historia y aclamada por los pueblos, en el mismo asiento de los virreyes, donde 70 años ha, echaron nuestros padres los fundamentos de la nacionalidad argentina y lanzaron el grito que dio libertad e independencia a medio continente americano» (1)
Con este discurso Julio Argentino Roca anunciaba la cesión territorial más importante de la historia nacional, la decapitación de su provincia más importante, el proceso conocido como la “federalización de Buenos Aires”, el 21 de septiembre de 1880. Por supuesto no se trataba de un acto administrativo como cualquier otro, el discurso del presidente es grandilocuente, percibe que está dando cierre (al menos transitorio) a la discusión existencial más profunda de la -reciente- nación.
Este proceso claramente no fue pacífico ni mucho menos, el mes de junio del mismo año quedó plasmado como una intensa pero breve (como suelen ser los finales) escalada en los conflictos armados entre Buenos Aires y el gobierno federal, bautizado como la revolución de 1880. Podríamos aseverar que el gobernador Tejedor gastó las últimas balas de su cartuchera en batallas y escaramuzas (con escasas posibilidades de éxito) por todo el territorio bonaerense, hasta su inevitable renuncia el 30 de junio.
Buenos Aires perdió su sala de máquinas tras 54 años de lucha, provocando así, que donde antes había uno solo pasase a haber dos, la incipiente Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (cuya creación fue estipulada por Rivadavia en 1826 mediante la ley de capitalización, pero se haría efectiva recién en 1880), y la Provincia de Buenos Aires, que tras su descabezamiento avanzaría en la creación de una capital propia, la ciudad de La Plata, fundada por Dardo Rocha en 1882 (sobre la cual ahondaremos más adelante).
La relación de Buenos Aires con los gobiernos nacionales es lo que llamaríamos una “relaciona toxica” entre un padre y un hijo. Se necesitan mutuamente pero al mismo tiempo se odian, no se soportan. Hasta 1880 la historia nos mostró que ningún gobierno nacional había logrado incorporar a la provincia a un esquema de gobierno federal. El único que lograría unión y paz es Mitre, quien venia de ser gobernador de la provincia-Estado y de tensar la relación durante años hasta obtener el denominado “Pacto de San José de Flores”, que le entregaba a Buenos Aires potestades tales como: la indivisibilidad del territorio de Buenos Aires sin el consentimiento de su Legislatura; la conservación de todas sus propiedades y edificios públicos (con excepción de la aduana), y el otorgamiento de atribuciones tales como la emisión de títulos y moneda propia al Banco Provincia. (2)
Para 1880 seguía siendo cercana la experiencia de Urquiza, quien tras derrocar a Rosas en la Batalla de Caseros, tarda menos de 1 año en perder el control de Buenos Aires a manos de Valentín Alsina y posteriormente Bartolomé Mitre (3). Para Sarmiento el asunto fue distinto, el propuso Argirópolis (4), una capital fundada en la Isla Martin García, siguiendo el modelo de Estados Unidos con la implementación de Washington DC, dejando para Buenos Aires una especie de Megalópolis, pero despojada de poder político (algo así como Nueva York).
La catástrofe que representó para la provincia el descabezamiento operó en todos los aspectos posibles, desde el explícitamente político (el hecho de ser “los derrotados”, aunque muchos de estos derrotados tendrían una segunda oportunidad en la política nacional como miembros de la reciente Unión Cívica Radical, como el mismo Carlos Tejedor y Leandro N. Alem), pasando por el económico -considerando el cambio abrupto que representó pasar del puerto de Buenos Aires al puerto de Ensenada como centro de la actividad económica local- y terminando por el institucional, dentro del cual observamos como especial muestra de esta depresión al Banco Provincia, el primer banco nacional, el cual tras la federalización operó durante veinte años al mínimo de sus funciones.
«La centralización tiene además este gravísimo inconveniente: que como trae todos los elementos y la vitalidad del país a un solo punto, cuando ese punto vacila, cuando hay un sacudimiento, toda la nación se conmueve profundamente. No tiene fuerzas convenientemente distribuidas; allí está todo; allí está el corazón; allí se da el golpe a toda la nacionalidad.» (5)
Con esa frase concluyó Alem, un discurso en la legislatura porteña, acerca de la federalización de Buenos Aires. Lo mismo pensó Mustafá Kemal Atatürk, quien el 31 de enero de 1921 proclamó el nacimiento la República de Turquía, y en simultaneo el traslado de la capital a la ciudad de Ankara, en ese entonces un pueblo de 15.000 habitantes, citando en su discurso la idea de que era la única manera de asegurar la defensa nacional, a diferencia de la antigua capital situada en Estambul. ¿Se habrá inspirado en Alem o es una simple coincidencia?, sea inspiración o no, claro está que en ese momento Alem pierde, Buenos Aires se federaliza, y queda intervenida aproximadamente un año por el gobierno nacional, hasta que en 1881 es ungido Dardo Rocha.
En el camino queda Carlos Tejedor, gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato liberal que pierde con Roca las elecciones en 1880. Tras la derrota Tejedor avista el avance del entonces General del ejército y presidente electo pero no en funciones aun, sobre la Ciudad de Buenos Aires, para convertirla de una vez por todas en territorio federal. Es por ello, que Tejedor decide armar a la población, dándole estado jurídico a una intervención en el territorio por parte del ejército. Una vez concluido el conflicto, Mitre, quien guardaba relación con ambas partes, auspicia de mediador y se llega a un acuerdo, Tejedor renuncia y se produce la federalización.
Este debilitamiento tan profundo del Estado se dio en simultáneo con un periodo de gran crecimiento poblacional, la provincia pasaría de estar habitada por 307.000 personas en 1869 a 921.000 para 1895, motorizado en gran medida por la oleada inmigratoria, la cual elevó el número de habitantes extranjeros del 19 a casi el 31% de los habitantes en total. (6)
Así como Buenos Aires fue la piedra en el zapato que obstruyó la construcción de un Estado nacional argentino, esa misma impotencia recae sobre la provincia 150 años después, la cual no encuentra más que dificultades en el cumplimiento de sus funciones y la penetración de su Estado en el heterogéneo territorio provincial.
La Plata, el testigo silencioso
La Plata es una ciudad con una característica muy particular en la Argentina, es una de las pocas ciudades diseñadas de forma previa a su construcción. Por esto mismo, destaca su particular cuadricularidad a la hora de observar los planos de sus calles y avenidas. Con un sistema de diagonales, que facilita y agiliza el tránsito y el traslado de una punta de la ciudad a la otra. Pero no todo es tan perfecto como parece, un dato que seguramente le genere TOC a más de un loquito como quien escribe, la ciudad se ubica 49 km al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (tan cerca…pero no).
Tras la federalización de Buenos Aires, el 14 de marzo de 1882 anunció la capitalización del municipio de Ensenada. No obstante, la decisión no contemplaba instalar el gobierno y la administración en la costera Ensenada, sino que se proyectaba el emplazamiento de una nueva ciudad 10 km tierra adentro, en las Lomas de Ensenada. Para el diseño de la urbe, Rocha convocó al Departamento de Ingenieros a cargo del ingeniero Pedro Benoit, quienes trazaron los planos de la futura capital de la provincia.
La Argentina de los años ‘80, fue una Argentina relativamente prospera y con una circulación muy voluptuosa de capitales extranjeros, lo que generó gran demanda de obra pública, esto mismo provocó que para 1887, y con tan solo 5 años de fundada, La Plata fuera una ciudad que contara con Palacio de gobierno, plazas, universidad propia, un Teatro Nacional, entre otra cosas. Además, en 1887 se funda Gimnasia y Esgrima de La Plata, emblema cultural de la ciudad (Estudiantes llegaría 10 años después). Y por si fuera poco, en abril de 1886 se instaló el alumbrado eléctrico en la ciudad, con lo cual La Plata fue la primera ciudad de América del Sur con este servicio.
Para principios de Siglo XX, el crecimiento demográfico de La Plata fue excepcional, llegando en 1914 a ser la tercera ciudad de la Argentina con 137.413 habitantes, sólo superada por Buenos Aires y Rosario. Esto, sumado a la gran actividad universitaria de la ciudad, la convirtieron en escenario de la Revolución del parque, y posteriormente vio llegar como gobernador electo a Bernardo de Irigoyen, el primer radical que ocupo un cargo electo, en 1898.
Bajo la administración de Alvear (1922-1928), Enrique Mosconi, presidente de la petrolera estatal YPF, construyó la destilería de La Plata, que fue la décima destilería más grande del mundo.
La Plata es sin dudas un testigo silencioso de la mayoría de los procesos de la historia argentina y de la historia de la Provincia de Buenos Aires, y el peronismo es una fiel muestra de ello. En este caso hablaremos de la ciudad de Berisso, ciudad que conforma el conurbano denominado “Gran La Plata”, Ciudad que supo ser testigo de una de las columnas principales que marcharon a la Plaza de Mayo en reclamo de la liberación del general Perón. Y como si fuera poco con esto, el 10 de diciembre de 1945, en la Parroquia de San Francisco de Asís de esta ciudad, se casaron Juan Domingo Perón y Eva Duarte. Tan fuerte fue el vínculo de los Perón con la ciudad, que en 1952, luego de la muerte de Eva Perón, la ciudad pasó a llamarse ciudad Eva Perón, volviendo a su denominación original luego de la caída del gobierno de Perón en septiembre de 1955.
Fíjese usted que dicha del destino, que el matrimonio, también peronista, y también compuesto por figuras de la más alta exposición política, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, también tomaron sus votos en la capital bonaerense. Curiosidades.
Por último, La Plata ha sido sin lugar a duda testigo silencioso de un momento inolvidable de la historia argentina, la última dictadura militar (1976 y 1983). El libro "Solo digo compañeros" de Horacio Rafart detalla la vida y desaparición de 1200 personas en La Plata, Berisso y Ensenada.
Una de las historias sin dudas más recordadas de la desaparición forzada de personas en la dictadura es el episodio denominado “La noche de los lápices”. Allí, un total diez estudiantes secundarios fueron secuestrados y torturados por grupos de tareas de la dictadura gobernante, de los cuales seis fueron asesinados sin que se hallaran sus restos hasta la fecha: Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel A. Racero y Horacio Ungaro. Los cuatro sobrevivientes fueron Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler.
Los proyectos, las instituciones y las personas
A lo largo de su historia, la provincia de Buenos Aires ha sido algo más que una división administrativa: ha funcionado como un actor político con intereses, ambiciones y una identidad propia, a veces en armonía y otras en abierta tensión con el proyecto nacional. No todos los gobernadores bonaerenses gobernaron con una visión de largo plazo, pero algunos impulsaron verdaderos proyectos de provincia, entendidos como planes integrales para modelar su territorio, economía, instituciones e identidad.
Estos proyectos se dividen en cuatro tipos, dos del periodo pre-federalización, y dos del periodo post-federalización, dado que creemos que el eje de discusión cambia fuertemente dado los problemas que nos trae el cambio época, (como la apertura democrática, el cambio de modelo económico, etc.) Entre los pre-federalización, encontramos primero a los centralistas, que buscaban concentrar el poder y los recursos para sostener la primacía de Buenos Aires. Luego los descentralizadores, que intentaron equilibrar el desarrollo entre regiones y reducir la dependencia de la Capital Federal. Y entre los post-federalización encontramos: Por un lado los industriales, que combinaron políticas de bienestar con una estrategia de industrialización; y por el otro a los institucional-fiscales, que buscaron dotar a la provincia de herramientas propias para negociar con el poder central.
Estos proyectos de provincia se han visto moldeados por un factor que fue determinante en su desarrollo sea cual fuere el periodo, el cual es la creación de instituciones propias del modelo de provincia. Y a su vez, estos modelos se ven afectados por las fluctuaciones en la demografía del territorio.
Proyectos centralistas
En este tipo de proyecto, el objetivo principal consistía en reforzar la supremacía de Buenos Aires como núcleo político y económico del país, incluso a costa de tensiones con otras provincias. Rosas y Mitre son sus exponentes más claros. Rosas consolidó un orden político centralizado y una estructura económica basada en la aduana y el puerto, usando los recursos para sostener su poder y proyectar a Buenos Aires como el árbitro de la política nacional. Mitre, aunque más orientado a la modernización institucional, compartió la idea de que el liderazgo porteño debía estructurar el país entero, integrando a la provincia a la Nación pero bajo su hegemonía.
Estos proyectos lograron consolidar un aparato administrativo eficiente, asegurar el control de las fronteras y dar estabilidad a la economía provincial. Sin embargo, fracasaron en integrar plenamente al interior bonaerense y fomentaron guerras civiles y resentimientos en otras regiones. Su herencia más duradera fue un modelo político centralizado y una cultura de liderazgo porteño que siguió marcando la política argentina durante décadas.
En cuanto a las instituciones que moldeaban la vida civil de Buenos Aires podemos observar en aquellas fundadas durante el siglo XIX, una suerte de adelanto de cuáles serían las potestades que aquella fracción territorial detentaría casi 200 años después, la primera de ellas, el Banco Provincia, fundado en 1822 por Martín Rodríguez, por entonces gobernador de Buenos Aires bajo influencia de Rivadavia es claro ejemplo de una institución con una tendencia a la centralización -en este caso económica-.
Proyectos descentralizadores
Dardo Rocha y Marcelino Ugarte representan un enfoque distinto: modernizar la provincia, ampliar su infraestructura y descentralizar parte de su vida política y económica. La fundación de La Plata y el traslado de la capital provincial fueron gestos concretos de diferenciación respecto a la Capital Federal. La expansión ferroviaria, portuaria y vial, junto con las obras de riego y la promoción de la colonización agrícola, buscaban integrar el interior y potenciar la producción.
Estos proyectos tuvieron éxito en sentar las bases materiales para que Buenos Aires pudiera sostenerse como motor del modelo agroexportador, dotándola de nuevas instituciones, redes de transporte y ciudades planificadas. Pero mantuvieron una dependencia estructural del puerto de Buenos Aires y beneficiaron sobre todo a las zonas ya productivas, dejando más relegados los sectores periféricos. Aun así, dejaron como herencia símbolos institucionales como la ciudad de La Plata y una infraestructura que sería esencial para el desarrollo provincial durante gran parte del siglo XX.
Este proyecto de provincia coincidió con la primera oleada de inmigración transcontinental (mediados del Siglo XIX hasta aproximadamente 1930) impulsada por migrantes provenientes mayoritariamente de Europa, mayoritariamente varones jóvenes, como es habitual en estos fenómenos, los cuales en su mayoría se instalaban en el campo para trabajar la tierra bajo el patrocinio de la Sociedad Filantrópica de Inmigración.
En este periodo de primitiva formación del Estado bonaerense se formarían las instituciones de tipo educativo, en particular la “Dirección General de Escuelas” y el “Consejo General de Educación”, fundados ambas en 1873, instituciones que existirían de forma continua en la historia bonaerense, sin importar los vaivenes administrativos y proyectuales relacionados a quien debía dirigir el sistema de educación público. Esas instituciones componen lo que hoy llamamos Dirección General de Cultura y Educación (DGCyE), el cual opera de facto como el ministerio de educación de la provincia hasta nuestros días. tenemos la consolidación de la policía de Buenos Aires como una fuerza exclusiva de la provincia.
Por otro lado tenemos el caso de la bonaerense, la cual se trata de una institución que, como consecuencia de la federalización de 1880, debió rearticularse para preservar su existencia, fundada en 1813, 70 años después, en 1884, sufrió un proceso de reestructuración que tendría como insignia su relocalización en la ciudad de la plata.
Proyectos social-industriales
Aquí la prioridad fue ampliar derechos, mejorar la calidad de vida y diversificar la economía provincial. Manuel Fresco, Domingo Mercante y Felipe Solá impulsaron políticas que combinaron infraestructura social —escuelas, hospitales, viviendas obreras— con el desarrollo industrial y la electrificación rural. En el caso de Mercante, este impulso estuvo profundamente ligado al modelo peronista, mientras que Fresco lo hizo en el marco de un orden más autoritario y corporativista. El nuevo modo de vida industrial trajo consigo una nueva de ola migratoria, esta vez del interior del país hacia los grandes centros urbanos (y conurbanos) del cinturón industrial, comprendido entre la ciudad de La Plata y alrededores hasta San Lorenzo en la provincia de Santa Fe.
Con la necesidad de construir fábricas y la configuración de los estilos de vida propios del siglo XX industrial es que se configura el conurbano tal y como lo conocemos hasta la actualidad, como este cúmulo de ciudades ubicadas en una mancha gigante de cemento, que en forma de mano, se diluye hacia el centro del país.
Estos gobiernos lograron integrar a sectores populares a la vida económica y política, expandieron servicios básicos al interior y promovieron polos industriales. Sin embargo, fueron vulnerables a las crisis económicas nacionales y, en algunos casos, crearon industrias poco competitivas frente a los cambios globales. Su herencia material fue duradera: barrios obreros, escuelas técnicas, parques industriales y una red de infraestructura social que en muchos lugares sigue siendo la base del entramado provincial.
Proyectos institucional-fiscales
Antonio Cafiero (gobernador entre 1987 y 1991) encarna una de las formas del modelo más reciente, centrado en reforzar la autonomía administrativa y financiera de Buenos Aires. Su gestión impulsó reformas fiscales que aumentaron la recaudación propia, descentralizó funciones hacia los municipios y buscó reposicionar a la provincia en la negociación con la Nación. Fue un intento de dotar a Buenos Aires de herramientas para defender sus intereses sin depender exclusivamente del poder político central.
El proyecto tuvo éxito en fortalecer las finanzas provinciales y modernizar su administración, pero su impacto en el desarrollo productivo estructural fue limitado. Además, las crisis económicas nacionales acotaron su margen de acción. No obstante, dejó una herencia importante: un esquema fiscal y administrativo más sólido, cambios en la coparticipación con los municipios y una burocracia provincial más profesionalizada.
En cuanto a lo institucional, mas allá de organizaciones fundadas durante el menemismo en espejo con instituciones nacionales (como el instituto de administración pública de la Provincia), encontramos la fundación de la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (ARBA).
Conclusiones: ¿Qué nos queda?
La Provincia de Buenos Aires, con sus vaivenes, ha padecido mucho en el intento de fijar una agenda política propia, las responsabilidades, como siempre, son compartidas. Por un lado es culpa de una dirigencia intelectualmente perezosa que no puede observar el terreno de «lo provincial» como algo más que una catapulta al plano nacional, negándose sistemáticamente a discutir la política pública en clave territorializada por una simple razón, no es redituable electoralmente.
La figura del gobernador es ciertamente incómoda, en ocasiones hasta incomprensible en su deber-ser, lo que por supuesto, para el ciudadano (sobre todo del AMBA, donde habita el 58% de la población bonaerense), sea una figura, por lo menos, de ribetes menores a la hora de asignar tanto culpas como elogios, los cuales terminan recayendo más pronunciadamente en los intendentes.
¿El futuro de la provincia es de autonomía política o de dependencia? Es difícil jugársela por alguna de las dos, pero la elección del 7 de septiembre, en su condición de anómala -al ser la primer elección desdoblada de la historia de la provincia- tiene la posibilidad de marcar un quiebre a tantos años de falta de iniciativa.
